miércoles, 2 de abril de 2014

LO NUNCA IMAGINADO



¿Cómo describirías los colores a alguien que jamás ha tenido visión?



¿Cómo expresarías a alguien que jamás ha oído, lo qué es el sonido,  qué se experimenta al escuchar un violín o el dulce trinar de un ruiseñor?



HECHOS REALES:

Esta mujer escucha su propia voz por primera vez a la edad de 35 años.





Cómo decirle:

Y si existe algo más que el silencio?
Y si existe la suave melodía de un violín, 
o quejido de un violonchelo. 

El estruendo de mil aguas o la explosión del trueno.

El llanto de un bebe, el  suspiro de un Te quiero.



Dicen que el nombre impronunciable de Dios: el tetragramatón, tiene un sonido parecido al primer aliento de un bebé y la última exhalación de un moribundo...

¡Hay tantas cosas que DESCONOCEMOS!





http://www.labioguia.com/15-extranas-frutas-que-tal-vez-no-conozcas/

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Cómo explicarle a alguien con palabras que existe algo más... ¡Explícaselo a esta tribu en un primer encuentro con el hombre blanco! 







Roberto Edens estuvo ciego durante 51 años.
No podía ver absolutamente nada.
Su mundo era un negro salón de sonidos y olores.
Fue tanteando su camino a lo largo de cinco décadas de oscuridad.
Y después pudo ver.

Un experto cirujano practicó una complicada operación y,
por primera vez en su vida obtuvo la vista.
Esta experiencia le resultó abrumadora.
-¡Nunca hubiera soñado- exclamó- que el amarillo fuera tan amarillo!
No tengo las palabras para expresarlo. Estoy maravillo por el amarillo.
Pero el rojo es mi color favorito. Sencillamente no puedo creer que un color sea así.
No podéis imaginar lo maravilloso que es todo.

Tenía razón.
Los que hemos gozado de vista durante toda la vida no podemos saber lo que debe de ser recibirla.
Pero Roberto Edens no es la única persona que ha pasado toda una vida cerca de algo sin lograr verlo.

Son pocas las personas que no sufren de algún tipo de ceguera.
Increíble, ¿verdad?
Podemos vivir toda la vida cerca de una cosa;
sin embargo, si no dedicamos tiempo a observarla con atención,
no llega a formar parte de nuestra vida.

A menos que de alguna manera se nos quite la ceguera,
nuestro mundo no es más que una caverna negra.
Pensemos en esto aunque una persona haya visto mil veces el arco iris,
no significa por eso que alguna vez haya notado toda su grandiosidad.
Uno puede vivir cerca de un jardín
y no acertar a ver el esplendor de una flor.
Un hombre puede pasar la vida junto a una mujer
sin detener se jamás a apreciar su alma.

Y una persona puede ser la personificación
de todo lo que significa la bondad misma
y sin embargo no ver jamás al Autor de la vida.

El solo hecho de ser honrado, moral o aun religioso
no implica de por sí que podamos verlo a Él.
No. Podríamos ver lo que otros ven en Él.
O podríamos oír lo que algunos dicen que él dijo.
Podemos creer que lo vemos,
cuando en realidad sólo vemos
una forma borrosa en una penumbra gris.
¿Usted lo ha visto, ha captado un atisbo de su 
majestad?
Alguien toca su alma dolorida
como sólo podría hacerlo un enviado de él…
y ahí está él. Jesús. El hombre.
El Galileo que habló con la autoridad del trueno
y amó con la humildad del niño.
El Dios.

Aquel que afirmó ser anterior al tiempo
y mayor que la muerte.
Se ha desvanecido la pompa de la religión;
se ha disipado la niebla de la teología.
Se ha levantado por el momento
la opaca cubierta de la controversia y la opinión.
Se han borrado los errores y el egoísmo que nos enceguecían.


¡Los primeros en verlo no volvieron a 
ser los mismos!
¿Quién es Él, entonces?
Tratemos de descubrirlo. Sigamos las huellas de sus sandalias.
Sentémonos en el suelo frío y duro de la cueva en que nació.
Aspiremos el aroma del aserrín de la carpintería.
Esbocemos una sonrisa al ver su compasión hacia la mujer junto al pozo…

Una advertencia:
Algo le sucede a la persona que ha sido testigo de su majestad: se convierte en adicto.
Un solo vistazo del Rey y lo consume el deseo


de ver más y de hablar más de él.
No le será suficiente una religión.
No será necesario buscar sensaciones
Una vez que haya visto su Rostro,
por siempre añorará volver a verlo.


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