sábado, 16 de abril de 2011

La suerte está echada



La suerte está echada. He cruzado la línea divisoria. He hecho la decisión. Soy uno de sus discípulos y no miraré atrás, no reducíré la velocidad, no retrocederé, no permaneceré inerte.

Mi pasado ha sido perdonado, mi presente tiene sentido y mi futuro está asegurado. He roto con la vida mediocre, con el andar por vista, con los planes pequeños, con las visiones recortadas, con los sueños desteñidos… Ya no necesito prosperidad, posición, promoción, aplausos ni popularidad. Ahora vivo por Gracia, camino por fe, aprendo paciencia, me levanto en oración y trabajo en su fuerza.

Mi rostro está fijo, mi andar es rápido, mi objetivo es el Cielo, mi camino es estrecho, mi transitar es duro, mi Guía es confiable y mi misión es clara. No me pueden comprar, no me harán desilusionarme ni dilatarme. No parpadearé frente al sacrificio, no titubearé frente a los adversarios, no negociaré en la mesa del enemigo, ni repararé en las competencias de la popularidad.

No abandonaré, no me callaré, hasta que haya orado, declarado, pagado y predicado la causa de mi Señor Jesús.

Soy su discípulo y me movilizaré hasta que Él venga, ofrendaré hasta que me muera, predicaré hasta que le conozcan y trabajaré hasta que Él me detenga. Cuando Él regrese a buscar a los suyos, no quiero que tenga dificultad en reconocerme… quiero que mi imagen sea clara a su vista.



(Esta declaración escrita fue encontrada en el bolsillo de un africano muerto durante una persecución anticristiana)